Nuestro vuelo finalmente aterrizó en tierras
vietnamitas, no sin antes realizar una parada técnica en Bangkok. A la salida
del aeropuerto, con más de 11 millones de Dongs encima (al cambio unos 400
euros) nos dispusimos a recorrer los 35 kms que nos separaban del centro de la
ciudad. Como buenos backpackers ignoramos todos los mini buses y las típicas
agencias para coger un bus de línea local repleto de lugareños.
Nos esperaba un trayecto largo (unos 50 minutos) y entretenido. El espacio vital para el confort, la respiración y la transpiración brillaba por su ausencia. Durante este viaje conocimos a una serie de vietnamitas, que a pesar de la barrera idiomática, nos explicaron en qué parada debíamos bajar y coger otro autobús. Nos sorprendió que una abuela de 66 años se preocupara hasta tal punto de bajar con nosotros, indicarnos y esperar a que cogiéramos correctamente el siguiente autobús dejando pasar el suyo.
El hotel Symphony donde nos hemos hospedado
en Hanoi está en una calle muy céntrica cerca del Lago Hoan Kiem. Ese día
cenamos los primeros noodles en un puesto callejero y compramos unos billetes
de tren nocturno para ir a Sapa la noche siguiente.
Al levantarnos recorrimos el barrio antiguo a pie. De él destacamos que las calles se separan por gremios (chatarrerías, herboristerías, tiendas de celo, de zapatos…) Además de esto, el cableado eléctrico es un sin sentido de cientos de cables aglomerados en un mismo poste. Visitamos algunos templos y mercadillos callejeros y en una parada hidratante dos de nosotros se atrevieron a probar larvas. ¿Quiénes creéis que fueron? (Hagan sus apuestas en los comentarios!!).
Otro aspecto que nos ha llamado muchísimo la atención es el caos que se vive. Las motos y coches circulan a su antojo por la ciudad haciendo caso omiso a las señales de circulación y a la preferencia de los viandantes a cruzar la calle. Intentar cambiar de acera se convierte en una aventura que puede acabar en tragedia. La técnica es cruzar, no mirar y no parar que ellos ya te esquivan.
La siguiente parada era el Mausoleo del líder norcoreano Ho Chi Minh. Llegamos en taxi al complejo y paseamos por la amplia y extensa plaza. Ésta, al igual que el mausoleo, se encuentra protegida y vigilada por militares armados.
De ahí caminamos hasta el Templo de la Literatura. Se trata de una serie de edificaciones que recrean lo que fue la primera universidad de Hanói seguidora de las doctrinas de Confucio (inventor de la confusión J).
Nuestra tarde en Hanoi la dedicamos a ver el teatro de marionetas de agua que no recomendamos a no ser que quieras echarte una siesta como hizo uno de nosotros ¿Quién creéis que fue?
También paseamos alrededor del lago y Dani probó el improvisado y rudimentario gimnasio que tenían montado en plena calle. Por último, cogimos nuestros abultados bártulos, y nos fuimos a esperar el tren nocturno para ir a Sapa des de donde ahora os escribimos.
Estamos muy contentos del seguimiento del
blog y os damos las gracias por ello. Animaros a responder las preguntillas,
quien más de ellas acierte tendrá un souvenir exclusivo vietnamita. A
jugarrrrr!!!!
Laura, Dani, Xavi y Eli